miércoles, 21 de abril de 2010

LA AMISTAD


Eran dos, si;
pero eran iguales.
Sus ilusiones y sus vivencias
tejían ovillos que les ataban,
pero los hilos formaban
tal embrollo,
que era difícil separarlos,
y no se sabía ya
quien ató a quien,
o quien hizo al otro
a su imagen y semejanza.


Tal vez, en la lenta elaboración
de la conversión,
ambos se acercaban
y ambos cambiaron.


Pero la complicada tela
de araña,
levantada como un castillo
en el aire,
era débil.


Y el mas leve soplido
soltó los dos cuerpos.

miércoles, 14 de abril de 2010

EL DILEMA


¡Piensa!

¿Cuándo fue la última vez que alguien te contó un secreto? ¿Cuántos secretos de otras personas albergas en tu alma? ¿A caso nadie ha confiado en ti jamás? ¿Y tú? ¿A quien le cuentas los tuyos?.

Guardar un secreto es tan difícil... la tentación de contárselo a alguien es tan grande... Cuando nos confían un secreto, debemos escuchar, alegrarnos de que esa persona nos tenga en tan alta estima y olvidar. La información se deposita en nuestro corazón como un ancla que baja hasta el fondo, y ahí es donde debe permanecer, bajo las aguas del recuerdo.

Pero en determinados momentos la tentación de desvelarlo es muy grande. Queremos levar anclas y hacer zarpar el barco de nuestra traición.
Nos engañamos pensando que sólo se lo vamos a contar a una persona, y además con pocos detalles, pero generalmente acabamos dando pelos y señales y repitiendo el hecho varias veces como si no hubiera quedado claro. Con un poco de suerte, hasta lo completamos con nuestras sospechas, comentarios y opiniones, que ya casi hasta hay argumento para hacer una película.
Todo comienza con el siguiente susurro: "No se lo cuentes a nadie, pero me he enterado de que..." En ese mismo momento sonreímos por dentro, nos sentimos importantes, somos conocedores de algo que los demás no saben, y en ese mismo momento también, le pasamos el dilema moral a nuestro interlocutor: "¿Lo cuento o no lo cuento?. Y así sucesivamente, hasta que alguien deja de irse de la lengua, o hasta que se cierra el círculo porque el secreto a voces llega a oídos del interesado.

Mas difícil que saber guardar los secretos de los demás, es encontrar a alguien que sepa guardar los nuestros. Alguien que los proteja de por vida, que los meta en un recipiente tal que no se degrade jamás. En una caja fuerte tan segura, que nadie la pueda abrir al oír el tintineo del secreto que quiere salir y propagarse. Que el secreto vaya literalmente con él hasta la tumba, y que incluso ahí, nadie sea capaz de desenterrarlo.

¿Cuantas personas en el mundo crees que hay así? Seguramente son menos de las que nos pensamos. Pero las hay, y esas personas si que merecen la pena.