jueves, 28 de abril de 2011

DISCURSO DE BODA

Espero que te guste querido hermano.

Buenos días a todos:

Juan me ha pedido que os dirija unas palabras hablando un poco sobre él. Así que os contaré algunas de las anécdotas que recuerdo.

De pequeño, cuando veía que yo estaba preparada para ir al colegio, cogía una cartera y se ponía en la puerta para ir él también, aunque aún no tuviera la edad suficiente. Pronto descubrió que esa táctica no funcionaba, así que se pasaba la mañana urdiendo su pequeña venganza: al mediodía yo tocaba el timbre, y mientras subía las escaleras, él corría al balcón y tiraba todas mis muñecas desde el quinto piso de nuestra casa. Así que cada día tenía que volver a bajar y pedirle a la vecina que recogiera mis juguetes esparcidos por todo el patio. Más vale que cuando él por fin pudo ir al colegio se acabó la tortura.

Siempre ha sido muy despistado. Yo temía ir con él a comprar el pan y el periódico, ya que en la tienda de la prensa se leía todos los tebeos, que por supuesto luego no compraba, y encima, se dejaba allí olvidado el pan. En el colegio no era mejor. No logro entender cómo sacaba tan buenas notas, ya que varias veces hizo sólo medio examen porque no se le ocurrió dar la vuelta a la hoja para ver si había más preguntas.

Juan siempre ha tenido mucho apetito, y nunca le estaré lo suficientemente agradecida por comerse lo suyo y lo mío en aquellas interminables comidas donde a mí, se me hacía “bolo” con el primer trozo de carne.

Debo deciros que de pequeño era un poco tacaño: si hacíamos un regalo entre los dos, luego nunca entendía la parte en que debíamos pagar a medias. Contaba y recontaba los billetes y monedas de su hucha todos los días; a su lado, el tío Gilito era un derrochón. En una ocasión fue con nuestra madre al banco para que el director le enseñara cuáles eran sus billetes y dónde estaban guardados. Por cierto, se los enseñó.

Una de las cosas que más nos gustaba de pequeños era dormir “allá abajo”, en la finca de nuestros tíos. Eso nos daba una libertad a la que no estábamos acostumbrados. Una vez mi hermano avisó de un incendio en un campo de trigo cercano y gracias a él, que iba con su bici, acudieron la policía y los bomberos.

Hubo una época en la que sufrió muchos accidentes. De ellos guarda una buena colección de brechas en la frente. Y si a alguien le pillaban los dedos con la puerta del autobús, resulta que él había comprado todos los boletos.

Pese a ello, siempre le ha fascinado el deporte: primero su triciclo, luego andar en bici con sus amigos, el kárate y, cómo no, el fútbol, que ha practicado donde quiera que ha vivido.

Su otra gran pasión siempre han sido los ordenadores, incluso cuando destripó sin solución, el que teníamos en casa. Así que no es de extrañar que estudiara ingeniería informática, donde precisamente conoció a Blanca. Hubo pese a todo unos años de incertidumbre, ya que Juan se disfrazaba todas los Carnavales de lo mismo. Estábamos casi seguros de que iba para fraile, pero no, debía ser que el hábito era muy cómodo para salir de juerga toda la noche.

No sé si a estas alturas se habrá arrepentido de pedirme que hablara en su boda, pero no creo que lo demuestre: aún quedan las fotos…

¿Y qué puedo decir de la novia? Blanca es una persona muy simpática y alegre pero es una lástima que se perdiera la clase sobre “cómo guardar secretos sin desvelarlos”. Y es que la discreción, nunca ha sido su fuerte.

Pese a ello, Blanca y Juan hacen muy buena pareja: se ayudaron mutuamente a terminar la carrera (fue así.., ¿no, Blanca?) y posteriormente la tesis, comparten su afición por los perros, les encanta la vida de pueblo, los coches, la neurología, hacer mudanzas, ir de excursión a Ikea, el marisco… en particular aconsejo no compartir nunca una fuente de gambas con ellos, porque es muy posible que no lleguen a verlas.

Es una pena que no las vayan a encontrar en cantidad en Chicago, donde van a vivir durante un año tras la boda, pero estoy segura de que aún así disfrutarán muchísimo de la experiencia, harán muy buenos amigos, comerán hamburguesas tamaño XXL, y vivirán su recién estrenado matrimonio muy felices, tal y como lo han hecho hasta ahora.

lunes, 21 de marzo de 2011

"En el mundo hay dos clases de personas, las que tienen almorranas y las que van a tenerlas."


Sra. Munson.
Película "Ladykillers".
Año 2004.

lunes, 7 de marzo de 2011

LA CABINA



A mí nunca me han atraído los cortometrajes lo más mínimo. Pero en esta ocasión, debo agradecer al director Antonio Mercero que redujera la angustia  del corto "La cabina" del año 1972, a 35 minutos.

La película ha soportado muy bien el paso del tiempo, y su propósito sigue vigente casi 40 años después. El protagonista queda atrapado en una cabina de teléfonos y como si de una película muda se tratara, nos transmite su miedo y su desesperación sin que podamos oirle. De esta manera, nos convertimos en uno más de los curiosos que se agolpan en la calle a contemplar la escena. Secundariamente podemos decir que es una fotografía de la sociedad española de los años 70, pero lo que es más importante, se trata de una película de terror en estado puro: Sin efectos especiales que nos hagan saltar del asiento, sin música apabullante que retumbe en nuestro interior, sin jugar con el recurso de la noche y la oscuridad, sin retoques por ordenador, sin adentrarnos en el más allá, sin llenar la pantalla de sangre hasta salpicarnos, y sin asesino psicópata. Miedo del más acá que una vez acabado el film, te deja sentado en el sofá con una alta dosis de desasosiego.
¿Qué puede haber peor que la crueldad gratuita? ¿O que la maldad indiscriminada hasta sus últimas consecuencias?.
En 1998 algún publicista posiblemente impresionado por el corto, simbolizó el final del monopolio de Telefónica, con un anuncio para Retevisión donde el magnífico actor José Luis López Vázquez, sale de una cabina de teléfonos en mitad de la nada. Todo un alivio para el espectador.

martes, 1 de marzo de 2011

A GRANDES MALES, GRANDES FRENAZOS




El Gobierno español ha tomado la decisión de reducir el límite de velocidad en autopistas y autovías de 120 a 110 km/h, con el objetivo de reducir el gasto de gasolina y gasóleo. La medida, que entrará en vigor el próximo lunes 7 de marzo en toda la red viaria del país, es la respuesta a la crisis energética que estamos padeciendo. Esto contrasta con el hecho de que Holanda acaba de ampliar el límite de velocidad de 120 a 130 km/h.
Las críticas a esta medida improvisada y transitoria, no se han hecho esperar.

Se colocará una pegatina imantada sobre las 6.000 señales existentes, lo que supondrá un desembolso para el Ministerio de Fomento de 250.000 euros.

Hacienda dejará de ingresar 620 millones de euros si se aplica hasta diciembre la nueva medida, y prevé reducir el consumo de carburantes un 12%, aunque el ministro de industria lo cifró en el 3%.

Se perderá una oportunidad para discriminar positivamente las autopistas, que tienen unos ratios de accidentalidad mucho más bajos que las autovías.

Son muchos los que ven detrás de esta medida un afán recaudatorio materializado en multas y sanciones por exceso de velocidad. Multas que ya no serán por un problema de seguridad vial sino por incumplir un plan de ahorro energético.
Además el ministro de Fomento, José Blanco, ha anunciando un recorte de la iluminación en las carreteras, una medidas cuyas posibles consecuencias en la seguridad pueden ser muy negativas.

Lo que más preocupa de la medida a parte de su dudosa eficacia, es la evidencia sobre nuestra dependencia energética. La subida del precio del barril de petroleo
podría terminar de hundir el barco de nuestra economía, que ya hace aguas desde hace tiempo y que podría no soportar esta nueva embestida.

Tal vez sea el momento de retomar el controvertido tema de la energía nuclear.

martes, 25 de enero de 2011

ADIVINANZA


Y yo me pregunto: Cuando a la leche le quitan la grasa y le quitan la lactosa.
¿Qué es lo que queda?.
¿Qué interés puede haber en tomar una leche que ya no es leche?
 Pagar el doble por un producto que es la mitad.
¿Le sobran unos kilos? ¿Es intolerante a la lactosa? Pues no insista,
tómese un té para desayunar. Sin leche, por supuesto.

domingo, 9 de enero de 2011

SE ACABÓ EL GLAMOUR




El otro día escuché por la radio a un médico que narraba, no sin cierto sentimiento de culpa cómo, en los inicios de su carrera profesional, pasaba consulta a sus pacientes con un cigarrillo en la boca; y cómo en más de una ocasión había derramado la ceniza sobre la persona a la que examinaba. Esto constrasta enormente con la nueva Ley Antitabaco que entró en vigor en España el pasado dos de enero siguiendo la estela europea y que prohíbe, por ejemplo, fumar dentro y fuera de los recintos hospitalarios.

Quién les iba a decir a muchos actores de Hollywood como James Dean, Lauren Bacall, o al mismísimo  Humphrey Bogart en la mítica película "Casablanca" de 1942, que todo el glamour que despertaba el hábito de fumar, se convertiría años después en un vicio muy mal visto. Qué lejanos parecen  los anuncios publicitarios de tabaco, los programas de televisión donde se fumaba sin pudor, los humeantes viajes en avión, o las asfixiantes reuniones de trabajo. Hasta la malvada Cruella de Vil puede que llegue a ser censurada por el cigarro que sotiene en la película animada "101 Dálmatas" de 1961.

Que "el tabaco mata" es una afirmación inexacta: parece probado que en cada cajetilla de tabaco se incluye un boleto en el terrible sorteo de algunos tipos de cáncer. Pero en la mayoría de los casos, los fumadores lo que hacen es acortar unos años su esperanza de vida. Y lo que es más importante, tienen durante su vejez una gran cantidad de dolencias cardio-respiratorias asociadas al tabaquismo que hay que tratar; y es en este punto donde a la Seguridad Social no le salen las cuentas.
Los impuestos recaudados no cubren los gastos de estos enfermos, ni  los de los fumadores pasivos que padecen el humo y para colmo no pagan impuestos. Así que Papá Estado, hace tiempo que presenta a los fumadores como unos aunténticos "apestados" a los que hay que reeducar.
Pero algo no huele a limpio en tan buenas intenciones, ya que como algunos apuntan, si es algo tan dañino debería prohibirse. Pero el Estado en mayor o menor medida se beneficia de su venta y llega incluso a subvencionar las plantaciones de tabaco. Parece como si el verdadero propósito fuera, que todos los ciudadanos compráramos cuantas más cajetillas mejor, pero que acto seguido las tiráramos a la basura sin abrirlas.

Hay quien opina que la Ley ha tenido que actuar por los abusos cometidos por los fumadores en el pasado, pero debemos recordar que el tabaco es una droga, y hay pocos fumadores cuya voluntad decida de motu propio, cuándo encender un cigarrillo.
Desgraciadamente, el humo delator va a situar a los fumadores en peor posición ante la opinión pública que aquellos que consumen otras drogas más perjudiciales para la salud, y que además son ilegales. Se ha llegado al extremo de que hay que pixelar cualquier imagen televisiva donde alguien aparezca fumando, pero la Ley no dice nada sobre mostrar a una persona inyectándose heroína.

 Ya no se podrá pedir fuego o un pitillo a un desconocido, para entablar conversación en un bar, ¿Qué harán entonces los tímidos? ¿Qué le regalaremos por Navidad al pariente fumador sin otra afición que su pipa, el año que viene? ¿A qué olerán los bares, restaurantes y discotecas?: ¿A comida? ¿a sudor? ¿a rosas?... El humo que con su manto blanco todo lo cubría: nuestra nariz, nuestra vista, nuestra ropa... él que siempre le ganó la batalla hasta al  perfume más caro, ha desaparecido. Tal vez las empresas de ambientadores hagan a partir de ahora el agosto, ya que es muy posible que haya que buscar un aroma alternativo para los locales de ocio.

Pero en esta nuestra sociedad hipócrita y veleta, donde se prohíbe sin prohibir, y donde se demoniza lo que antaño se ensalzó, cabe preguntarse quienes serán los próximos "leprosos" del progreso. Tal vez dentro de unos años los que hablen por el móvil tengan que hacerlo en la calle, o tal vez se sigan vendiendo coches pero no se permita conducirlos... quién sabe...